José Guerrero
Granada, 1914 - Barcelona, 1991
La infancia de José Guerrero fue la de un niño pobre pero feliz.
El 9 de enero de 1929 murió don Emilio García López, su padre (nacido en Loja, y chófer de profesión). Y la delicada situación en que quedó la familia obligó a José, que contaba 14 años, a interrumpir los estudios para iniciar su peregrinaje laboral.
Doña Gracia Guerrero Padial, su madre, moriría muchos años después, también en Granada: el 12 de enero de 1976.
Para cumplir con sus obligaciones familiares, se puso a trabajar y ejerció de aprendiz de carpintero entre otras cosas.
En 1931 José ingresó en la Escuela de Artes y Oficios como alumno nocturno. Allí se le despertó en firme la vocación artística, a lo que contribuyeron especialmente las clases de Historia del Arte (impartidas por Ricardo Agrasot).En 1934 la abandonó tras un enfrentamiento muy comentado con el profesor Gabriel Morcillo.
Tras participar en la Guerra Civil retoma sus estudios artísticos en Madrid. Cuando los finaliza se traslada a París gracias a la beca que le concedió el gobierno francés para estudiar la Pintura al fresco en la École des Beaux Arts.
También reside en Roma entre 1947 y 1948. Allí pintó una serie de vistas que después expuso con éxito en la Galería del Secolo y allí también conoció, además de a algunos de los pintores italianos del momento, a Roxane Whittier Pollock, periodista norteamericana que trabajaba en París y pasaba una temporada en la Academia norteamericana de Roma y con la que que se casaría en París en 1949.
En noviembre de 1949, al poco de clausurar la exposición londinense de José, el matrimonio Guerrero dio el salto definitivo y se marchó a los Estados Unidos. Primero a Filadelfia, para vivir en casa de los padres de Roxane, y por fin, ya en 1950, a Nueva York, donde encontraron acomodo en Morton St. (Greenwich Village).
Al poco de instalarse en Nueva York José, con una carta de recomendación de Karl Buchholz (su galerista en Madrid), se presentó en la galería del influyente Kurt Valentin, que, por su parte, le mandó a Betty Parsons, una de las más importantes marchantes de la recién cuajada Escuela de Nueva York. Por medio de ella conoció a varios de los pintores más destacados del momento, con algunos de los cuales le terminaría uniendo una especial amistad (Steinberg, Rothko y Lindner primero, luego Motherwell, después Kline). Aprendió las técnicas del grabado con Stanley William Hayter en el prestigioso Atelier 17. Conoció también a la familia Gacía Lorca y a otros intelectuales españoles en el exilio. Y trabó amistad además con James Johnson Sweeney (director del Solomon R. Gugghenheim Museum), que se mostró muy interesado por sus trabajos murales. Precisamente por el intermedio del último, la Sra. Shaw le ofreció a José una exposición en el Arts Club de Chicago, conjuntamente con Joan Miró.
La compra por parte del Guggenheim de uno de los murales portátiles de José, y la posterior exposición en Chicago junto a Miró, decantaron finalmente el interés de Betty Parsons por él. De modo que, persuadida de sus posibilidades, celebró la primera individual de Guerrero en Estados Unidos, y lo fichó como uno de sus representados. José había encontrado, por fin, su lugar en el mundo del arte.
Cuando, al cabo de tantos años, José estaba empezando a disfrutar de una posición que le había costado mucho conquistar, su vida interior se colapsó y se vio abocado a un psicoanálisis. Lo que desencadenó la crisis fue el estress que le sobrevino en Chicago donde la Graham Foundation le concedió una prestigiosa beca para trabajar en un proyecto conjunto de arquitectos, pintores y filósofos “para ver cómo podría remodelarse la ciudad de Chicago” . En esa misma etapa en que le notificaron su concesión se enteró también de la muerte de su amigo Carlos Pascual de Lara.
Allí mismo le aconsejaron psicoanalizarse. Y José, que ya sabía de las virtudes de ese procedimiento por algunos de sus colegas, se avino a someterse a él. Lo hizo poniéndose en las manos del Dr. Richter (Quinta Avenida con la 96), que prolongó el tratamiento por cuatro años. Poco se ha dicho del psicoanálisis de José, cuando es algo que merecería estudiarse. Pero lo cierto es que, aparte de superar su angustia y alcanzar un mayor bienestar personal, ganó una gran capacidad de análisis que, en lo sucesivo, aplicó al juicio de su propia obra, lo que le permitió desarrollar con gran lucidez su sentimiento plástico.
A partir de 1963 comienzan una serie de viajes a España que terminan con una estancia de tres años en Madrid junto a su familia. Durante esta estancia adquirieron una casa en Cuenca que entonces era uno de los enclaves más punteros del arte contemporáneo. El Museo de Arte Abstracto Español estaba en ciernes, y el Grupo de Cuenca quería concentrar en la ciudad la parte más viva de ese arte, a su vez el más vivo del momento. Allí, José trabó amistad con Torner, Fernando Zóbel, Gerardo Rueda y Manolo Millares, además de reencontrarse con Eusebio Sempere. José asistió a la inauguración del Museo, en cuya colección figuraban entonces sus obras Barrera con Rojo y Ocre y Rojo Sombrío.
También durante esta época adquirieron otra casa en Nerja. En el verano de 1965 hicieron un viaje por Andalucía en el que, entre otras cosas, visitaron el Barranco de Víznar (donde José hizo numerosos apuntes figurativos que culminarían en un cuadro de capital importancia en su trayectoria: La Brecha de Víznar, y Roxane perfiló un reportaje para Life con motivo del 30 aniversario de la muerte de García Lorca, que se publicó el 29 de agosto de 1966, profusamente ilustrado con Fotografías de David Lees, bajo el título “La España que nutrió a García Lorca”).
Finalmente volvieron a Nueva York, aunque seguiría veraneando en España el resto de su vida.
En 1976, en Granada, se celebró su primera exposición antológica. Tuvo lugar, conjuntamente, en las salas del Banco de Granada y de la Fundación Rodríguez Acosta. Constaba de 54 lienzos, incluyendo algunos de los pintados a principios de los años cuarenta, la selección corrió a cargo de Miguel Ángel Revilla y Miguel Rodríguez-Acosta y en el catálogo se incluía un texto de un viejo amigo suyo: Miguel Olmedo.
Ese mismo año, coincidiendo con su continuada presencia granadina a causa de su primera antológica, José asistió al Homenaje a Federico García Lorca en Fuente Vaqueros. RTVE le dedicó un programa monográfico, dirigido por Paloma Chamorro. Y comenzó lo que se ha denominado una segunda juventud de José Guerrero. En efecto, a partir de estas fechas, y durante los ochenta, ejercería un magisterio del que los nuevos artistas se beneficiarían gustosamente, y la presencia social de su figura en los años del entusiamo de la democracia española no dejaría de crecer.
La exposición inaugurada el 15 de diciembre de 1980 en la Sala conocida como "de las Alhajas" de Madrid (prodcida por el Ministerio de Cultura y la Caja de Ahorros de Madrid y comisariada por Juan Manuel Bonet) supuso el espaldarazo definitivo para la consagración de Guerrero como uno de los referentes capitales de la Pintura española contemporánea. Fue su muestra históricamente más influyente, y contó para acompañarla con el diseño de Diego Lara (que se hizo cargo del catálogo), la presentación de Marcelin Pleynet (uno de los críticos internacionales más relevantes del momento) y la conversación de Pancho Ortuño, una conversación emblemática en la que Guerrero transmitía el testimonio de su experiencia, con amena espontaneidad, a un miembro destacado de la joven generación de pintores que siempre supo valorar su ejemplo.
1984 fue un año de mucha actividad para Guerrero: participó en la carpeta conmemorativa del V Centenario del nacimiento de Bartolomé de las Casas y realizó la suite New York – Madrid (9 grabados al Aguafuerte y al Aguatinta editados por Estiarte) y cuatro Serigrafías para Bon à tirer), apoyó con sus trabajos varias publicaciones, realizó El Cartel del Cincuentenario del Estreno de Yerma en el Teatro Español de Madrid, impartió un Taller de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes y una conferencia en el Seminario El arte visto por los Artistas, organizado por Francisco Calvo Serraller en el Palacio de la Magdalena de Santander, y le fue concedida la medalla de Oro de Bellas Artes. Durante este año sólo protagonizó una exposición individual: la de la galería Palace. Y fue en el marco de su preparación cuando viajó a Granada durante el Corpus y cuando se reunió con el grupo de jóvenes granadinos que ya entonces le admiraban para charlar de su vida.
En noviembre , viaja a Nueva York, desde donde va a casa de su hija Lisa en Barcelona. Allí fallece el 23 de diciembre.
Por su expresa voluntad, y por pura lógica, los suyos echaron sus cenizas bajo un olivo andaluz, en lo abierto.
En 1988, la Comisión de Artes Plásticas de la Diputación de Granada comunicó a José Guerrero su interés en mostrar de forma permanente en Granada una parte de su colección personal. Sin embargo, el avanzado estado de la enfermedad del pintor no permitiría concretarlo.
Tras la muerte del artista en diciembre de 1991 la familia Guerrero recogió finalmente la oferta de la institución, y a partir de 1992 el Área de Cultura de la Diputación de Granada comenzó a trabajar en firme en el proyecto.
En 1995 se encargó el proyecto de adecuación del Edificio al arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas bajo la supervisión de Gustavo Torner, y el proyecto museológico a Yolanda Romero Gómez. Mientras tanto, una comisión de expertos conocedores de su obra (Juan Manuel Bonet, María de Corral, José Mª Rueda, Eduardo Quesada y Yolanda Romero), en colaboración con los herederos, procedió a la selección del fondo Guerrero, que consta de 40 óleos sobre lienzo de gran formato relativos a las diversas etapas creativas del autor, lo que permite conocer las líneas maestras de su trayectoria. Además, el fondo cuenta con diversos trabajos sobre papel y el archivo personal del artista (integrado por su correspondencia, escritos personales y material diverso publicado e inédito).
Obra de José Guerrero
- José Guerrero
- Granada, 1914 - Barcelona, 1991
Granada, 1914 - Barcelona, 1991
La infancia de José Guerrero fue la de un niño pobre pero feliz.
El 9 de enero de 1929 murió don Emilio García López, su padre (nacido en Loja, y chófer de profesión). Y la delicada situación en que quedó la familia obligó a José, que contaba 14 años, a interrumpir los estudios para iniciar su peregrinaje laboral.
Doña Gracia Guerrero Padial, su madre, moriría muchos años después, también en Granada: el 12 de enero de 1976.
Para cumplir con sus obligaciones familiares, se puso a trabajar y ejerció de aprendiz de carpintero entre otras cosas.
En 1931 José ingresó en la Escuela de Artes y Oficios como alumno nocturno. Allí se le despertó en firme la vocación artística, a lo que contribuyeron especialmente las clases de Historia del Arte (impartidas por Ricardo Agrasot).En 1934 la abandonó tras un enfrentamiento muy comentado con el profesor Gabriel Morcillo.
Tras participar en la Guerra Civil retoma sus estudios artísticos en Madrid. Cuando los finaliza se traslada a París gracias a la beca que le concedió el gobierno francés para estudiar la Pintura al fresco en la École des Beaux Arts.
También reside en Roma entre 1947 y 1948. Allí pintó una serie de vistas que después expuso con éxito en la Galería del Secolo y allí también conoció, además de a algunos de los pintores italianos del momento, a Roxane Whittier Pollock, periodista norteamericana que trabajaba en París y pasaba una temporada en la Academia norteamericana de Roma y con la que que se casaría en París en 1949.
En noviembre de 1949, al poco de clausurar la exposición londinense de José, el matrimonio Guerrero dio el salto definitivo y se marchó a los Estados Unidos. Primero a Filadelfia, para vivir en casa de los padres de Roxane, y por fin, ya en 1950, a Nueva York, donde encontraron acomodo en Morton St. (Greenwich Village).
Al poco de instalarse en Nueva York José, con una carta de recomendación de Karl Buchholz (su galerista en Madrid), se presentó en la galería del influyente Kurt Valentin, que, por su parte, le mandó a Betty Parsons, una de las más importantes marchantes de la recién cuajada Escuela de Nueva York. Por medio de ella conoció a varios de los pintores más destacados del momento, con algunos de los cuales le terminaría uniendo una especial amistad (Steinberg, Rothko y Lindner primero, luego Motherwell, después Kline). Aprendió las técnicas del grabado con Stanley William Hayter en el prestigioso Atelier 17. Conoció también a la familia Gacía Lorca y a otros intelectuales españoles en el exilio. Y trabó amistad además con James Johnson Sweeney (director del Solomon R. Gugghenheim Museum), que se mostró muy interesado por sus trabajos murales. Precisamente por el intermedio del último, la Sra. Shaw le ofreció a José una exposición en el Arts Club de Chicago, conjuntamente con Joan Miró.
La compra por parte del Guggenheim de uno de los murales portátiles de José, y la posterior exposición en Chicago junto a Miró, decantaron finalmente el interés de Betty Parsons por él. De modo que, persuadida de sus posibilidades, celebró la primera individual de Guerrero en Estados Unidos, y lo fichó como uno de sus representados. José había encontrado, por fin, su lugar en el mundo del arte.
Cuando, al cabo de tantos años, José estaba empezando a disfrutar de una posición que le había costado mucho conquistar, su vida interior se colapsó y se vio abocado a un psicoanálisis. Lo que desencadenó la crisis fue el estress que le sobrevino en Chicago donde la Graham Foundation le concedió una prestigiosa beca para trabajar en un proyecto conjunto de arquitectos, pintores y filósofos “para ver cómo podría remodelarse la ciudad de Chicago” . En esa misma etapa en que le notificaron su concesión se enteró también de la muerte de su amigo Carlos Pascual de Lara.
Allí mismo le aconsejaron psicoanalizarse. Y José, que ya sabía de las virtudes de ese procedimiento por algunos de sus colegas, se avino a someterse a él. Lo hizo poniéndose en las manos del Dr. Richter (Quinta Avenida con la 96), que prolongó el tratamiento por cuatro años. Poco se ha dicho del psicoanálisis de José, cuando es algo que merecería estudiarse. Pero lo cierto es que, aparte de superar su angustia y alcanzar un mayor bienestar personal, ganó una gran capacidad de análisis que, en lo sucesivo, aplicó al juicio de su propia obra, lo que le permitió desarrollar con gran lucidez su sentimiento plástico.A partir de 1963 comienzan una serie de viajes a España que terminan con una estancia de tres años en Madrid junto a su familia. Durante esta estancia adquirieron una casa en Cuenca que entonces era uno de los enclaves más punteros del arte contemporáneo. El Museo de Arte Abstracto Español estaba en ciernes, y el Grupo de Cuenca quería concentrar en la ciudad la parte más viva de ese arte, a su vez el más vivo del momento. Allí, José trabó amistad con Torner, Fernando Zóbel, Gerardo Rueda y Manolo Millares, además de reencontrarse con Eusebio Sempere. José asistió a la inauguración del Museo, en cuya colección figuraban entonces sus obras Barrera con Rojo y Ocre y Rojo Sombrío.
También durante esta época adquirieron otra casa en Nerja. En el verano de 1965 hicieron un viaje por Andalucía en el que, entre otras cosas, visitaron el Barranco de Víznar (donde José hizo numerosos apuntes figurativos que culminarían en un cuadro de capital importancia en su trayectoria: La Brecha de Víznar, y Roxane perfiló un reportaje para Life con motivo del 30 aniversario de la muerte de García Lorca, que se publicó el 29 de agosto de 1966, profusamente ilustrado con Fotografías de David Lees, bajo el título “La España que nutrió a García Lorca”).
Finalmente volvieron a Nueva York, aunque seguiría veraneando en España el resto de su vida.
En 1976, en Granada, se celebró su primera exposición antológica. Tuvo lugar, conjuntamente, en las salas del Banco de Granada y de la Fundación Rodríguez Acosta. Constaba de 54 lienzos, incluyendo algunos de los pintados a principios de los años cuarenta, la selección corrió a cargo de Miguel Ángel Revilla y Miguel Rodríguez-Acosta y en el catálogo se incluía un texto de un viejo amigo suyo: Miguel Olmedo.
Ese mismo año, coincidiendo con su continuada presencia granadina a causa de su primera antológica, José asistió al Homenaje a Federico García Lorca en Fuente Vaqueros. RTVE le dedicó un programa monográfico, dirigido por Paloma Chamorro. Y comenzó lo que se ha denominado una segunda juventud de José Guerrero. En efecto, a partir de estas fechas, y durante los ochenta, ejercería un magisterio del que los nuevos artistas se beneficiarían gustosamente, y la presencia social de su figura en los años del entusiamo de la democracia española no dejaría de crecer.
La exposición inaugurada el 15 de diciembre de 1980 en la Sala conocida como "de las Alhajas" de Madrid (prodcida por el Ministerio de Cultura y la Caja de Ahorros de Madrid y comisariada por Juan Manuel Bonet) supuso el espaldarazo definitivo para la consagración de Guerrero como uno de los referentes capitales de la Pintura española contemporánea. Fue su muestra históricamente más influyente, y contó para acompañarla con el diseño de Diego Lara (que se hizo cargo del catálogo), la presentación de Marcelin Pleynet (uno de los críticos internacionales más relevantes del momento) y la conversación de Pancho Ortuño, una conversación emblemática en la que Guerrero transmitía el testimonio de su experiencia, con amena espontaneidad, a un miembro destacado de la joven generación de pintores que siempre supo valorar su ejemplo.
1984 fue un año de mucha actividad para Guerrero: participó en la carpeta conmemorativa del V Centenario del nacimiento de Bartolomé de las Casas y realizó la suite New York – Madrid (9 grabados al Aguafuerte y al Aguatinta editados por Estiarte) y cuatro Serigrafías para Bon à tirer), apoyó con sus trabajos varias publicaciones, realizó El Cartel del Cincuentenario del Estreno de Yerma en el Teatro Español de Madrid, impartió un Taller de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes y una conferencia en el Seminario El arte visto por los Artistas, organizado por Francisco Calvo Serraller en el Palacio de la Magdalena de Santander, y le fue concedida la medalla de Oro de Bellas Artes. Durante este año sólo protagonizó una exposición individual: la de la galería Palace. Y fue en el marco de su preparación cuando viajó a Granada durante el Corpus y cuando se reunió con el grupo de jóvenes granadinos que ya entonces le admiraban para charlar de su vida.
En noviembre , viaja a Nueva York, desde donde va a casa de su hija Lisa en Barcelona. Allí fallece el 23 de diciembre.
Por su expresa voluntad, y por pura lógica, los suyos echaron sus cenizas bajo un olivo andaluz, en lo abierto.
En 1988, la Comisión de Artes Plásticas de la Diputación de Granada comunicó a José Guerrero su interés en mostrar de forma permanente en Granada una parte de su colección personal. Sin embargo, el avanzado estado de la enfermedad del pintor no permitiría concretarlo.
Tras la muerte del artista en diciembre de 1991 la familia Guerrero recogió finalmente la oferta de la institución, y a partir de 1992 el Área de Cultura de la Diputación de Granada comenzó a trabajar en firme en el proyecto.
En 1995 se encargó el proyecto de adecuación del Edificio al arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas bajo la supervisión de Gustavo Torner, y el proyecto museológico a Yolanda Romero Gómez. Mientras tanto, una comisión de expertos conocedores de su obra (Juan Manuel Bonet, María de Corral, José Mª Rueda, Eduardo Quesada y Yolanda Romero), en colaboración con los herederos, procedió a la selección del fondo Guerrero, que consta de 40 óleos sobre lienzo de gran formato relativos a las diversas etapas creativas del autor, lo que permite conocer las líneas maestras de su trayectoria. Además, el fondo cuenta con diversos trabajos sobre papel y el archivo personal del artista (integrado por su correspondencia, escritos personales y material diverso publicado e inédito).
- Picasso
- Málaga, 1885 - Mougins, 1973
- “Cartel Original Museo Picasso” 1966
- Litografía/Papel 76 x 54 cm
- Ref: 01510
- 73 €
- Picasso
- Málaga, 1885 - Mougins, 1973
- “Cartel Original. Dibujos. Sala Gaspar.” 1961
- Litografía/Papel 90 x 64 cm
- Ref: 01106
- 454 €
- Picasso
- Málaga, 1885 - Mougins, 1973
- “Cartel Original. Sala Gaspar” 1961
- Litografía/Papel 70 x 50 cm
- Ref: 01105
- 327 €
- Picasso
- Málaga, 1885 - Mougins, 1973
- “Sala Gaspar. Consejo de Ciento.” 1971
- Litografía/Papel 100 x 51 cm
- Ref: 01104
- 242 €
- Picasso
- Málaga, 1885 - Mougins, 1973
- “347 gravures. Cartel Original Sala Gaspar” 1970
- Litografía/Papel 50 x 70 cm
- Ref: 00094
- 121 €
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T
- Óleo/Lienzo 200 x 200 cm
- Ref: 01784
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 2020
- Óleo/Papel 70 x 100 cm
- Ref: 01620
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T
- Óleo/Óleo/Lienzo de lino 300 x 300 cm
- Ref: 01586
- Consultar
- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T
- Óleo/Lienzo de lino 200 x 210 cm
- Ref: 00045
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La intuición necesaria para saber cuando un cuadro está acabado.
- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 1997
- Óleo/Lienzo de lino 210 x 200 cm
- Ref: 00029
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Colección particular.
- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 2014
- Óleo/Lienzo de lino 200 x 210 cm
- Ref: 00802
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- Manuel Salinas
- “El estudio del artista. Oleo/Cartón.”
- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T
- Óleo/Óleo/Lienzo de lino 200 x 210 cm
- Ref: 01587
- Consultar
- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 2014
- Óleo/Lienzo de lino 200 x 210 cm
- Ref: 00735
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 1992
- Óleo/Lienzo de lino 214 x 202 cm
- Ref: 00318
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- “Madrid”
- Fotografía digital /Papel 1 x 1 cm
- Ref: 01503
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 2017
- Óleo/Lienzo 130 x 130 cm
- Ref: 01500
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 2014
- Óleo/Lienzo de lino 180 x 160 cm
- Ref: 00879
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- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 1998
- Óleo/Lienzo de lino 210 x 260 cm
- Ref: 00061
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La abstracción parece ser un método para encontrar de repente, esa composición que se balancea con un ritmo particular, tan delicado que al día siguiente puede haberse caído con estrépito
Su arquitectura sólo demuestra su resistencia con el paso del tiempo.
Diego Carrasco
- Manuel Salinas
- Sevilla, 1940 - Sevilla, 2021
- S/T 2016
- Óleo/Lienzo de lino 116 x 98 cm
- Ref: 01608
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